Arrodillate y pelea


Fui testigo de uno de los hechos más asombrosos y violentos que jamás haya presenciado. De repente me encontré envuelto en una batalla que aparentemente se libraba en el aire. Volaban chispazos de luz y fuego que no me permitían ver quienes eran los contrincantes, lo que si pude percibir fue que dos esferas de realidad estaban chocando, los colores predominantes en ellas contrastaban tanto que era claro identificar una esfera blanca y una esfera negra. Mi visión panorámica de la pelea me permitió ver una tercer esfera, la esfera de la realidad en la que vivimos, ahora si era claro lo que estaba pasando, la esfera de la realidad estaba siendo atacada por la esfera negra y la esfera blanca la estaba defendiendo. Debajo de las dos esferas que chocaban, sobre el caos del combate, se veía una escena asombrosamente tranquila, un chico llorando acostado en una cama, sobre su cabeza vi este nombre “Leandro” lo extraño de esta imagen fue que Leandro estaba totalmente atado con lazos de una seda muy resistente, aparentemente él no podía ver que la seda llegaba a amordazarlo.
Ahora quiero que prestes mucha atención a lo que vas a leer ya que las escenas que voy a describir son secuencias que ni el mejor editor de slow motion podía haber logrado y que se irán alternando con flashbacks que explican el por qué de esta lucha. En la primer secuencia en cámara lenta pude ver al atacante, una figura oscura imponente vestida de lo que parecía ser cuero, un ángel caído, portador de dos espadas de fuego, sobre su cabeza flotaba el nombre “Malik” su rango era uno de los más altos, atacaba y defendía intermitentemente tratando no solo de atravesar la realidad sino de lastimar a Leandro. En el primer flashback pude ver a Malik hablando con un superior que le decía —Leandro está más deprimido que nunca —a lo que Malik contestaba —Yo le doy el empujón final– Y repentinamente descendía a toda velocidad hacia la esfera de la realidad.
En la siguiente secuencia en cámara lenta pude ver los defensores de la esfera blanca, tres figuras enormes, enfundadas en armaduras blancas de un material desconocido, portadores de espadas de luz, tres ángeles siervos del altísimo, sobres sus cabezas sus nombres eran “Ragel, Rafaela y Ariel” debajo estaban sus rangos que eran bajos. Se movían a gran velocidad a pesar de su tamaño, su estrategia era el ataque a cargo de Ragel y Ariel, por otra parte la doble función de Rafaela era proteger la esfera de la realidad del ataque de Malik y cada cierto tiempo rasgar la realidad para cortar con su espada de luz uno por uno los lazos de seda que ataban a Leandro.
El segundo flashback fueron tres secuencias rápidas, la primera mostraba a los tres ángeles viendo como Malik descendía a la realidad, Rafaela decía —Leandro está en peligro —a lo que Ragel replicaba con firmeza —No podemos hacer nada hasta que no den la orden– y sus ojos llameaban de impaciencia.
En la segunda secuencia era arrastrado por una fuerza que parecía que movía todo el universo, la voy a llamar “El viento” ya que nos guiaba a los ángeles y a mi caprichosamente hacia un área de edificios, de repente la escena se dividió en dos, yo podía ver la acción en dos lugares diferentes. El Viento entraba por la ventana de un departamento en ambas escenas y moviendo las cortinas llamaba la atención de dos personas, en una escena estaba Pablo y en la otra Esteban, El Viento salía fugaz del edificio y al instante Pablo y Esteban caían de rodillas y pronunciaban palabras a favor de Leandro. Ellos eran sus amigos, ellos sabían de la depresión de Leandro.
Finalmente en la tercer secuencia descendíamos todos a la velocidad de la luz hacia la realidad, una vez más se suspendió la imagen segundos antes de llegar a la habitación de Leandro para poder ver como Malik soltaba un vaho de inmundicia de color toxico acompañado de estas palabras —No servís para nada, estás muerto, acabá con tu vida ahora.
Volviendo al choque de las tres esferas pude entenderlo todo, Malik intentaba persuadir a Leandro para que se suicide, El Viento alertó a Pablo y a Esteban y en el momento en que ellos cayeron de rodillas los ángeles entraron en acción y volaron a defender a Leandro. La pelea no daba tregua, cada choque de espadas saturaba la escena de luz y fuego, en las caras de los ángeles se notaba el cansancio, Malik sonreía como si pudiera estar peleando así por horas. El trabajo de Rafaela estaba llegando a su final, los hilos de seda que ataban a Leandro prácticamente se reducían a unos pocos, en el instante de dar la estocada final para que Leandro quedara totalmente libre Rafaela gritó —Ahora arrodillate y pelea como un valiente!
Esta escena fue impresionante, la pelea recrudeció sobre la esfera de la realidad, ahora atacaban los tres ángeles, Malik estaba en problemas. Comencé a ver como Leandro no solamente se levantaba de su cama con el semblante lleno de valor sino que en el mismo instante en que se ponía de pie comenzaba a caer hasta quedar de rodillas con las manos hacia el cielo, en ese momento, en el microsegundo que las rodillas de Leandro tocaban el piso pasaron tres cosas, Malik fue atravesado al mismo tiempo por las tres espadas de luz, ataque que no pudo resistir, lo que provocó que huyera humillado en una espiral de humo negro descendente hacia la oscuridad. Los ángeles se miraron al unisono y alzaron sus espadas en señal de victoria para ascender eufóricos hacia la luz. El Viento, la fuerza poderosa que movía todo el universo, atravesó la realidad y en una conjunción de imágenes casi imposibles se apoderó por completo del ser de Leandro.
Mientras era testigo de los últimos hechos meditaba en el poder de las rodillas dobladas, en todo lo que no vemos, en la batalla espiritual que se desata sin que podamos percibirla.
Hasta aquí mi relato pues ya no recuerdo más nada, el último flash que quedó grabado en mi memoria fue ver a Leandro con una sonrisa en el rostro, sentir como El Viento se movía y con él movía todo a mi alrededor. Sentir mi cuerpo arder como una llama que me quemaba, un ardor agradable, ese fue el momento exacto donde perdí la memoria, El Viento me quemaba, El Viento se había apoderado también de mi.

© Espíritu Santo
Intérprete: Javier Arevalo
Facebook: Hijos del Viento

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